La leyenda de San Valentín

No voy a hacer una entrada hablando de lo comercial, asqueroso y nauseabundo que es San valentín, a pesar de lo fácil y cómodo que resulta insultarlo, y lo difícil que es defenderlo. Tampoco voy a decir que es el día más maravilloso del año, porque no se me ha ido la pinza aún lo suficiente como para decir eso.

Pero sí voy a decir que es un día bonito y voy a lanzar una lanza a su favor.



Los que lo critican dicen que no es más que un día comercial, de gastar dinero, y que hay que quererse todos los días. Bueno, san Valentín también es un día, ¿Así que ese día la gente puede quererse, no? Y puestos a querernos todos los días, ¿Algún día tendremos que querernos aunque sea un poquito más, no? ¿Y quién nos obliga a gastar dinero, sino nosotros mismos? La de parejas que conozco que lo único especial que tiene san Valentín para ellos es que se recuerdan lo mucho que se quieren, sin gastarse dinero.

También dicen que el amor se demuestra a diario. A menos que esas personas se pasen la vida haciendole detallitos bonitos a su enamorad@, diciendoles lo mucho que los quieren, llevándolos a sitios bonitos etc etc no tienen autoridad para quejarse de san Valentín. Si no lo haces en todo el año, San Valentín es lo mínimo, lo único que te puede motivar a hacerlo. Y si odias San Valentín es porque odias los detalles románticos.

De hecho, si se tienen detalles románticos de estos a diario, o con cierta frecuencia, resulta aburido y cargante. Asi que San Valentín es una fecha y pretexto bueno como cualquier otro.

Otra queja de san Valentín es que lo inventó el Corte Inglés, como las navidades. Pues bien, contra esta creencia va dirigida esta entrada. Hay varias leyendas acerca de San Valentín, la que he leído recientemente dice así.

Nos remontamos a la época de los Romanos. Se dice que los romanos prohibían el matrimonio en los pueblos que conquistaban hasta que los habían sometido por completo, lo cual en muchos casos se alargaba durante años. Además, a los legionarios romanos los preferían solteros y putañeros, ya que los casados sentían más ganas de vivir y eran más sentimentales.  y los que no mojaban nunca eran muy depresivos y poco entusiastas

En estas circunstancias aperece San Valentín, un cura cristiano que vivía en un pueblito bajo el dominio romano. Hay que tener en cuenta que la religión predominante era la de los Dioses Romanos, y que el cristianismo no es que fuese aplaudido.

Él se dedicó a casar en secreto a parejas de tortolitos, matrimonios que como tenían validez bajo los ojos del único y verdadero dios cristiano, les permitía procrear cuanto quisieran. Eso tampoco agradaba a los romanos. Mientras los invadidos permanecieran aislados y solteros, eran controlables. Además, consideraban que si se casaban y tenían hijos no solo aumentaban su número y su fortaleza. Lo que más temían es que eso les daba una razón poderosa para querer vivir y querer luchar.

Al enterarse que un cura los estaba casando entre ellos en secreto, con nocturnidad y alevosía, fueron a buscarlo. Lo buscaron y no le dieron besitos y las gracias precisamente. Me suena que lo encerraron primero, y después lo quemaron vivo, pero el detalle es lo de menos. Sobre su tumba plantaron unos rosales que florecieron más hermosos que ningun otro.

Al saber que habían matado a aquél que permitió su amor y los unió en matrimonio, el pueblo se levantó contra los romanos. En una lucha que duró creo que 3 días, lograron echarlos. Se desconoce en que año sucedería, pero se cuenta que el pueblo quedó libre el 14 de Febrero. Y que desde aquél día, celebraron cada 14 de Febrero como el día del amor en honor a San Valentín, fiesta que fue pasando de pueblo en pueblo hasta que se universalizó.

Hay más versiones de esta leyenda, ésta la leí de un libro antiguo que tenía mi abuelo.